viernes, 13 de marzo de 2020

Campaña de rol: Vampiro



Ante vosotros tenemos la oportunidad de conocer la historia de uno de los personajes de rol de vampiro. En esta ocasión os presentaremos a … ANONIMA… ¿preparados para conocerla?

No tuve una vida fácil, aunque realmente tengo el aspecto de una cría insolente detrás de esta fachada se esconde una historia muy oscura.

Empezaré hablando de mi infancia, a mis padres casi no los recuerdo pero siempre llevo una foto suya casi nadie lo sabe, es mi único recuerdo que tengo de ellos.

Esto tiene su explicación, mis padres debieron ser geniales, eran químicos, trabajaban en un prestigioso laboratorio de aquí de Nueva York, eran buenos, de esa gente que invitan a dar ponencias por todo el país y que no paran de publicar estudios, me gusta pensar que mi cerebro se lo debo a ellos, aunque sé que no estarían orgullosos de cómo lo he utilizado.

En esa foto aparece una preciosa casa azul, me imagino que sería mi primera casa, aunque no me acuerdo de ella, y es normal, mis padres murieron en un accidente de avión volviendo de una ponencia cuando tenía 3 años, me gusta pensar que esa casa, allá donde esté, se encuentra en un bonito barrio residencial con un montón de parques y sitios donde podría haber aprendido a andar en bici, a patinar, y que en el césped de la entrada hubiera jugado con mis amigos del cole. También me gusta pensar que ahora esa casa está habitada por una familia con 2 o quizás 3 niños. Son felices, en mi imaginación siempre ríen, pero no nos desviemos, debo seguir con mi historia.

Al morir mis padres, me fui a vivir con mi abuela, me quería con locura, le encantaba hacer bizcochos, aunque en todos mis cumpleaños me hacía un muffin, cada año de un color, le pegaba el número de chocolate y le ponía una vela. Ella me hablaba de mis padres, y por eso sé que eran geniales. En mi cama dormía conmigo un conejo de peluche, el mismo que sujetaba en la foto con mis padres, a veces pienso que ese conejo es lo único que me unía a ellos. En el cole me iba bien, tenía amigos, empezaba a demostrar cierta inteligencia a la hora de aprender cosas nuevas. La vida parecía que me sonreía, pero un día llegue a casa y mi abuela estaba dormida. Fui a despertarla, teníamos que comer, pero al tocarla estaba fría, y ahí supe que mi abuela no volvería a despertar.

Llamé a emergencias, cogí mi conejo de peluche y algo de ropa, y me fui con los policías. En la comisaría me dijeron que una nueva familia me acogería pronto, a mis 9 años igual era algo difícil pero seguro que pronto tendría un nuevo hogar, mientras tanto debía ir al orfanato.

Esta parte la omito, digamos que no es un sitio al que los niños sueñen con ir.

Pase por 5 casas de acogida en 3 años. Cuando tenía 12 me adoptó una familia, de estas que podrías ver por la tele, de las celebran todas festividades del año con grandes cenas, mi nueva “mamá” tenía la capacidad de pasarse horas cocinando sin despeinarse.

 Ella era abogada, de esas que querían hacer un mundo mejor. A pesar de tener un gran prestigio en la ciudad, los fines de semana se dedicaba a ayudar en el turno de oficio. Me decía que todos teníamos que luchar por tener justicia, que los malos deben ir a la cárcel, pero también aprendí dos lecciones que después vereís que me resultaron útiles:

1.            “No digas una palabra sin tu abogado presente”

2.            “Todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario” PD: No les des pistas para que comprueben que no eres inocente, no seas tolai.

Mi nuevo “papá” era agente inmobiliario, un hombre de éxito de hecho cuando le conocí estaba despegando. Viví unos años felices con ellos, pero dos años después, yo tenía un campeonato de ciencias, había creado un buen proyecto, mamá me había ayudado mucho con ello, siempre se implicaba en las cosas del cole y sabía sacar tiempo para mí. Venía del trabajo a buscarme al instituto para comer juntas, teníamos que corregir mi discurso de exposición y ella escribía muy bien, dejó el coche aparcado cerca del instituto, yo la saludé con la mano, fue a cruzar la calle, pero un coche apareció de la nada. Nunca había visto tanta sangre, no sabía que un ser humano tenía tanta sangre.

Papá no volvió a ser el mismo, dejó su trabajo, ya no le motivaba y decidió invertir todo su dinero en bolsa, pero no le salió bien, se le acumulaban las facturas, y recibía extrañas visitas nocturnas, a veces montaba auténticas fiestas en casa, pero no me dejaba ni acercarme, puso un pestillo por fuera de mi cuarto para mantenerme encerrada, me pegaba cuando no le obedecía, se volvió agresivo.

Algún día me escapaba por la ventana, en la calle es donde me sentía más libre. Pero un día vi a unos tipos cerca de la casa, me escondí pero me escucharon, le estaban amenazando, creo que eran prestamistas, de repente alguien me cogió, no eran buenos tipos y estaban bastante borrachos. Me miraron de arriba abajo como unos auténticos babosos, me sentí desnuda. A mis 15 años ya no tenía cuerpo de niña, ellos dijeron que una preciosidad como yo podría hacerles ganar mucho dinero, mi padre dijo que sería toda suya si le perdonaban la deuda, y ellos aceptaron.

Estaba asustada ¿De verdad mi padre me acababa de vender por pagar una deuda, que futuro me esperaba? ¿De verdad tendría que aguantar a un montón de pedófilos el resto de mi vida? Entramos en la casa, a la luz vi, que pertenecían a una banda, logré convencerles de que en vez de utilizarme así les sería más útil en la calle pasando droga, sí esa misma droga que consumía mi “padre”, les dije que alguien como yo no llama la atención, solo serían unos cuantos paseos en bici, repartiendo paquetes a un lado y otro.

Al principio empezó así ellos iban ganado dinero, pero no era suficiente y de vez en cuando nos hacían una visita, que solía acabar con mi “padre” dándome una paliza, o rompiendo mis cosas, en una de esas veces mi peluche de conejo le vi hecho jirones encima de mi cama y me dijo que si no seguía cumpliendo con esa gente ese sería mi destino.

Prácticamente tuve que dejar el instituto, aunque el señor Thompson, mi profesor de informática y electrónica me siguió dando clase. En el instituto demostré cierta habilidad con los ordenadores y la electrónica, así que me convertí en su alumna favorita, pero un día se acercó demasiado mientras yo estaba inclinada vio una cicatriz en mi cuello era reciente, su cara cambió, me pregunto por ella, pero yo nunca le expliqué nada y tampoco hizo falta. Me dio la llave del antiguo almacén de informática, dijo que quizá debía trabajar para él arreglando ordenadores, y eso empecé a hacer, pero ese almacén se convirtió también en mi refugio seguro, la verdad no ganaba mucho trabajando para él, pero la verdad que todo el dinero que pudiera reunir era bienvenido y en casa no podía esconder nada así que todo lo guardaba en una torre que no funcionaba. Iba a preparar mi fuga de esa vida, necesitaba abandonar la ciudad y escapar de esa gente que tarde o temprano se volvería en mi contra.

Solo volvía al instituto para recibir clases del señor Thompson y arreglar ordenadores, eso me daba más tiempo para hacer entregas con mi bici, pero eso dejo de ser suficiente, me empezaron a mandar a discotecas, a vender a pie de calle, algo más arriesgado, necesitaba hacerme mi cartera de clientes y la verdad que fui consiguiendo me desenvolvía bastante bien en ese ambiente, y si no, intentaba encandilar a algún camarero que me ayudase. Ya que el mundo de la noche es muy duro no era raro ver a alguno que necesitase un chute. Yo observaba el terreno y elegía a mi próximo cliente, a veces ellos no solo querían droga, pero estaba tan desesperada que en ese momento me valía cualquier cosa para engañarles, debía mantenerles contentos, seguirles el juego y asegurarme pasar tiempo detrás de la barra y cerca de mi objetivo, las cajas registradoras, eso es… A la vez que vendía empecé a robar, estaba claro que el dinero de la droga era intocable si no quería jugarme el físico y con lo de los ordenadores no ganaba casi para mantenerme. Así que no me quedaba otra que hacer eso.

Como era de esperar un día me pillaron, me vi en un despacho frente a un tipo que imponía bastante, no era alguien que te quieres encontrar en un callejón oscuro. Me preguntó mi nombre, y se lo dije, siguió con el interrogatorio, pero yo no contestaba, no quería decir nada, el mutismo era mi respuesta. A él le hacía gracia, no entendía como una chica de 16 años acaba metida en ese lío, aunque creo que lo que más le impresionó fue mi tenacidad para no decir nada y mantenerme callada. Quiso seguir hablando, sonsacarme información pero no hablaba, sabía . Klein, así se llamaba el tipo, me hizo una pregunta más ¿Por qué no hablas, acaso no temes por tu vida? Y yo le contesté: No tengo nada que perder, pero no soy una chivata, y si matas nunca sabrás nada.

Esa respuesta le sorprendió y cambió de actitud, seguía allí encerrada, pero estar allí no era peor que estar en casa, el problema es que la banda no tardaría en empezar a buscarme, no hablé pero sin saber muy bien por qué Klein un día me dejó libre, intenté volver a casa pero había unas motos aparcadas me estaban buscando, así que me alejé de allí, fui al instituto, cogí la bolsa de tela con los ahorros y me fui a un motel de carretera, de estos que huelen mal, de hecho olía tan mal que perfectamente alguien podía haber muerto sobre la cama que en la que ahora dormía, volví a mis robos, al instituto no podía volver, pero gracias a lo que me había enseñado el señor Thompson podía aspirar a botines mejores, no iría a joyerías ni a bancos, pero volví a discotecas y bares. Evidentemente no era tan tonta como para volver a los mismos lugares donde solía ir, aun así sabía que no tardarían en encontrarme, mi vida les pertenecía y sabían cómo dejármelo claro, además tienen ojos y oídos por todas partes, si salí de la ciudad lo sabrían y tampoco tenía dinero para llegar muy lejos, así que me quedaría allí en mi hogar pero escondida.

Y ahí estaba yo a punto de entrar en un bar, con una pistola que me había costado la mitad de mis ahorros escondida en la parte trasera del pantalón, pero me iban a matar tarde o temprano y necesitaba protección, ganzúas en mano iba a entrar, pero noté una mano sobre mi hombro. Era Klein, me dijo que si entraba me matarían porque uno de los matones que me solía visitar estaba dentro. Me había seguido, de hecho, creo que por eso me soltó, me llevaba siguiendo estos meses.

En ese momento se convirtió en mi ángel de la guarda. Me ofreció un lugar donde dormir y me contrató de camarera en su discoteca, no era el trabajo de mi vida, pero bajo su protección sabía que estaba a salvo, y respecto a la banda, llegó a un trato con ellos, no me volvieron a molestar, creo que Klein les daba miedo, o eso decían sus caras al salir de ahí. Con el tiempo se convirtió en un padre para mí, no era cariñoso, pero me cuidaba a su manera. Y yo nunca había tenido una figura paterna así que esto era mejor que nada. 3 años después me contó que era un vampiro, yo lo sospechaba porque había cosas en el que no me cuadraban, aun así confiaba plenamente en él.

Me dio la oportunidad de elegir formar parte de esto, me enseñó los valores propios de mi clan, y me enseñó a controlar mi poder y a saber cuándo y con quién usarlo. Llevo 1 año siendo vampiro, viviré toda una eternidad aparentando 19, la edad con la que me transformaron, pese a mi temprana edad tengo cicatrices que no se borrarán jamás.

¿No estáis deseando conocer a este personaje? Si queréis saber más de ella, no lo dudéis mas y apuntaros sin dudarlo. Gracias por colaborar con nosotros. Pero recordar, quedan pocas plazas y la partida es muy divertida…

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